¡LA ENREDADERA!
Cuando el sol llega al otoño,
florece la enredadera.
La pared muestra sus huellas,
viejo ropaje del niño,
cuyo verdadero íntimo
nunca cambia con el tiempo.
La semilla de esta planta,
llega en una golondrina,
que en su vuelo busca un nido.
En el viaje, tu simiente,
entre cada pluma, se imanta.
El viento de la existencia,
desprende y vuelve a desprender,
los zarcillos diminutos
que se pegan en la barda.
Ambos se han acostumbrado
a sentirse uno del otro.
En el último, éste verano,
la enredadera me abraza,
con su amor, primera vez.
Entre tanto miras al oriente,
contemplo ida tu occidente,
símbolo del infinito,
se dibuja frente a mi ojo,
tu rostro, cuerpo, espalda,
tu imagen, ya me pertenece.
Es el momento más bello,
con atención concentrada,
asombra la transformación
que acontece en mi hiedra.
Cuando otro viene, en gestación,
su cuerpo comienza a vibrar,
cada rama entra al baile,
sus hermosos tallos se arquean,
todo en èl es movimiento.
Escondido botoncito,
lleno de rocío emerge,
lo que dura un parpadeo,
explota convertido en flor,
cara febril, enardecida.
Con rocío lienzo de amor,
una docena, el regalo,
en tu visita del ayer,
llena de ti hasta que vuelvas.
07/02/11
Criztal Fugaz
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